Una muestra de pintura
de Eduardo X. Arroyo
INAUGURACIÓN: 8 de Noviembre 2018 a las 10.00 en Red ECX
La obra de Eduardo X. Arroyo se encuentra en varias colecciones privadas en Madrid, Santiago, Lima, Bogotá, Zurich, Berna, Quito, Guayaquil, Cuenca, Reims, Paris, Cleveland, San Luis, Miami, Washington, Nueva York, Teheran, Cali, San Francisco, Lausanne entre otras ciudades.
Para mayor información sobre el artista visita su página web: www.eduardoxarroyo.com
CRÍTICA
EDUARDO KINGMAN:
Ningún antojadizo intento de declararse innovador y enigmático, sino el simple fluir de su sensibilidad como testigo de los cotidianos elementos que, aunque carentes de complejidades, están cargados de belleza, y que han sido analizados amorosamente por Eduardo Arroyo. El resultado es una labor equilibrada y armónica, donde no hay nada de más ni nada de menos. Acaso estos dibujos sean el punto de partida de esta juvenil figura de nuestra plástica; pero este comienzo es suficiente para sentirnos satisfechos con estos pequeños y bellos poemas en blanco y negro.
1981
Una tenaz voluntad de profesionalismo, a través de una mirada de fino observador de la naturaleza, conduce a eduardo arroyo hacia el trazo meticuloso, sereno, y en momentos casi angustiado. Pese a la ausencia de color –que poca falta hace- sus dibujos nos dan una clara visión del follaje: ramas, troncos, hojas y flores, insertos en una clara composición y un excelente claroscuro.
Pero no se trata del frío naturalista, sino del artista ardoroso que traslada la poesía de esos objetos vivos al blanco y negro. Sin perderle al mito, ni a la fantasía un auxilio que se encuentra fuera de este mundo que le presta lirismo, arroyo, con solo abrir la ventana tiene lo que necesita: cielo, luz, montañas y árboles; con su enorme variedad de espacios y formas.
1990
En algunas ocasiones había señalado el profundo amor de Eduardo Arroyo por ese paisaje –duro y bondadoso al mismo tiempo- de la hondonada que conduce al valle de Tumbaco, trasladado al papel por medio del fino dibujo en blanco y negro. Arroyo ha caminado en esa dirección por algún tiempo hasta las recientes obras que marcan el sufrimiento de un alma sensible, sin duda comprometida con la vida y sus conflictos, fundiendo al hombre con la naturaleza, apartándose de lo puramente descriptivo para adentrarse en un mundo subjetivo, que anticipa el vigor emocional que lleva en su más hondo sentir.
1993